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La Edad Media

Por Rosario Gómez
Dentro del afán incansable de aprovechar la potencialidad de la Web.2, deseo seguir publicando también en alhma.com, al colectivo de Ars Erotica, un grupo de profesores jubilados, que están realizando una magnífica labor de recopilación de imágenes sexuales en distintos períodos artísticos. En esta entrada se pueden ver dos capítulos que recogen la pintura y la escultura erótica medieval más destacada de Europa. Nos sirven para apreciar las distintas evoluciones sobre el tema a lo largo de la historia y para comprender mucho más a fondo las imágenes de arte actuales. Poco tengo que añadir en el terreno histórico ya que no es mi campo de investigación en la actualidad, sin embargo, en líneas sucesivas a la presentación de Ars erótica, apunto algunas consideraciones interesante de otros autores especializados en el tema.
 
Octavio Paz en la Llama Doble, introduce una reflexión comparativa muy interesante entre dos visiones de la vida, la griega y la medieval. El Eros platónico busca la desencarnación mientras que el misticismo cristiano es sobre todo, un amor de encarnación, a ejemplo de Cristo, que se hizo carne para salvarnos. Pero ambos coinciden en la necesidad de romper con este mundo y subir al otro, el platónico por la escapada de la contemplación y el cristiano, por el amor a una divinidad que, misterio inefable, ha encarnado en un  cuerpo. Las formas eternas y puras del platonismo no aman, a diferencia de las cristianas, cuyo Cristo redentor murió por los hombres.
Respecto a la iconografía, ya hemos visto como, al contrario que otras religiones que integraron con naturalidad la dimensión sexual del hombre, el Cristianismo tendió a negarla y reprimirla. Puesto que la Iglesia fue uno de los principales patrones de las artes en Occidente hasta el siglo XVIII, el proceso tuvo un tremendo efecto sobre la pintura y la escultura y llevo a una inconfundible tradición artística en la cual el contenido erótico de muchas obras fue presentado de una forma implícita o codificada. Sin embargo y de forma paradójica, sorprende ver que también en este periodo histórico abundan las representaciones sexuales. Se sitúan sobre todo en muros de templos, pilas bautismales, miniaturas e incluso algún tapiz.
Jesús Herrero Marcos nos habla en su texto La lujuria en la iconografía románica de representaciones de demonios lascivos y coitos adornan capiteles y canecillos de numerosas iglesias románicas de España. Resulta llamativo que en lugares sagrados haya tal abundancia de imágenes de contenido obsceno y procaz. Aún hoy, los expertos no se ponen de acuerdo en el motivo de que una iconografía tan irreverente aparezca en lugares destinados al culto. Para algunos especialistas, el fenómeno es producto de la relajada moral imperante en el mundo medieval. Para otros, tales representaciones eran fruto de las transgresiones jocosas de los maestros escultóricos. No faltan los que ven en estas figuras un reflejo de las herejías de la época, como las encarnadas por los valdenses, bogomilas y albigenses o cátaros. Estos grupos, sin embargo, más que una vida licenciosa, lo que predicaban y practicaban era justo lo contrario: una existencia ascética y virtuosa.
Todas estas teorías son de difícil aceptación para Jesús Herrero, quien considera que estas esculturas obscenas -mal llamadas, a su juicio, eróticas- tienen como fin "aleccionar al pueblo analfabeto con imágenes explícitas" sobre sus obligaciones morales y religiosas. En apoyo de esta tesis se encuentran los que esgrimen el argumento de que en esta iconografía lujuriosa abundan los personajes que son arrastrados y atormentados en el infierno, ejemplo de lo que esperaba a los infractores de la ley divina. Con unas necesidades demográficas acuciantes, una elevada mortalidad y una esperanza de vida bajísima, el clero se aprestó a que la reproducción se hiciera de acuerdo a las condiciones recogidas en la Biblia. Por ello, no es descabellado suponer que la Iglesia se preocupara de delimitar las prácticas destinadas a perpetuar la especie de las que se alejaran de este propósito. En estas circunstancias, no sería extraño que surgiese la necesidad de representar las penitencias que acarreaba la transgresión de la norma.
Según el autor, la iconografía románica trata de demonizar cualquier asociación cultural con la Gran Diosa madre de las antiguas sociedades matriarcales de Europa.
 [1] Jesús Herrero Marcos profusamente ilustrado con un centenar de fotografías. 
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CUERPO Y TECNOLOGÍA

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BIBLIOGRAFÍA

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