El Cuerpo del Dolor
La historia de la humanidad está llena de imágenes de cuerpos gloriosos y de cuerpos ensangrentados. Además de los documentales de guerra y el cine bélico y de terror, se puede decir que tambén la religión católica ha llenado nuestra memoria de imágenes de torturas y vejaciones sangrientas, burlas, el corazón atravesado por puñales, sin olvidar los mártires asados en parrillas, desollados vivos, con los ojos o los pechos en bandejas, desmembrados en ruedas, a travesados por flechas y lanzas...toda una serie de representaciones del dolor en las que el cuerpo es masacrado, parece que el dolor y la sangre nos redimen. Dentro de la cultura cristiana el dolor de la tortura parece que es experimentado por el mártir como una aproximación a la trascendencia celestial.
Llevando esta categoría al extremo, artistas como Marina Abramovich, Chris Burden, Rudolf Schwarzkogler, Annette Messager, Ana Mendieta, Gina Pane o David Nebreda, intervienen sobre su propio cuerpo castigándolo a través de golpes, cortes, laceraciones, perforaciones o amputaciones. Más allá de la objetualización artística de sus cuerpos torturados, en estos artistas existe un intento de “presentar la realidad más allá del arte [...] un intento de presentar lo real del sujeto más allá de la cultura” [Navarro, 2006]. Se trata de utilizar el arte como medio, no como fin, como vehículo para alcanzar una experiencia más intensa y cercana con lo real; en palabras de la artista Orlan: “el arte es lo que hace que la vida sea más interesante que el propio arte” [En Guardiola y Guinot, 2002]