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El Cuerpo del Dolor

Por Rosario Gómez
La historia de la humanidad está llena de imágenes de cuerpos gloriosos y de cuerpos ensangrentados. Además de los documentales de guerra y el cine bélico y de terror, también la religión católica ha llenado nuestra memoria de imágenes  de torturas, vejaciones sangrientas y burlas. Es usual encontrar imágenes que representan a la Virgen con el corazón atravesado por puñales, sin olvidar los mártires asados en parrillas, desollados vivos, con los ojos o los pechos en bandejas, desmembrados en ruedas, a travesados por flechas y lanzas...toda una serie de representaciones del dolor en las que el cuerpo es masacrado. En algunas religiones, el dolor de la tortura es experimentado por el mártir como una aproximación a la trascendencia celestial.
En la actualidad encontramos  el caso del Body Art [1] surgido en los 60, el cuerpo sobre el que se actúa, puede ser el propio cuerpo del artista, convirtiendo a éste en creador y obra de arte al mismo tiempo. Llevando esta categoría al extremo, artistas como Marina Abramovich, Chris Burden, Rudolf Schwarzkogler, Annette Messager, Ana Mendieta, Gina Pane o David Nebreda, intervienen sobre su propio cuerpo castigándolo a través de golpes, cortes, laceraciones, perforaciones o amputaciones. Más allá de la objetualización artística de sus cuerpos torturados, en estos artistas existe un intento de “presentar la realidad más allá del arte, un intento de presentar lo real del sujeto más allá de la cultura” [Navarro, 2006].

Tambien resulta interesante enfrentarse a experiencias interactivas como la que propicia Marcelí Antúnez con su instalación Epizoo desde la que el propia artista ofrece al espectador la opción de presionar botones que irán creando zonas de interacción con su cuerpo, comenta que a veces fue necesario detener al espectador que no encontraba los límites en el deseo de causar dolor. Según sus palabras: «Mi idea consistía en ofrecer mis partes eróticas al público; romper, aunque fuese metafóricamente, la situación generada a raíz de la epidemia del sida, que nos convierte en potenciales contaminadores. Y con esta idea empezamos a trabajar.» (Antúnez, 1998: 43)

Se trata de utilizar el arte como medio, no como fin, como vehículo para alcanzar una experiencia más intensa y cercana con lo real; en palabras de la artista Orlan: “el arte es lo que hace que la vida sea más interesante que el propio arte” [En Guardiola y Guinot, 2002]

[1] Dueñas Villamiel, Jorge. El cuerpo máquina. Cyborgs en el arte contemporáneo. Univ. Autónoma de Madrid. Máster en Historia del arte contemporáneo y cultura visual
INTRODUCCIÓN AL BLOG

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CUERPO Y TECNOLOGÍA

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SEXUACIÓN

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EL LIENZO EN LA CARA

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CUERPO HOLÍSTICO

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CUERPO Y ESCRITURA

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EL CUERPO DEL DOLOR

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BIBLIOGRAFÍA

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