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Cuerpo Extranatural

La Nostalgia de lo Sublime y el Materialismo Radiante


Por Rosario Gómez (UOC)
Es frecuente asistir al hecho de que los medios de comunicación (MCO), se hacen eco de la nostalgia del hombre contemporáneo por las dimensiones suprasensibles y trascendentes de la vida que antaño gestionaban las religiones. Analizando el contexto sociocultural de nuestro tiempo, podemos afirmar que esta nostalgia se refleja no solo en el cine, sino también en el deporte, el arte y la publicidad. Asistimos a lo que yo calificaría, con cierta ironía, como fenómeno  de “materialismo radiante”, ya que hablamos de comercio, mayoritariamente mediado por la luz de la omnipresente pantalla que nos “ilumina”.
Apunto algunas razones que, en mi opinión, pueden justificar esta nostalgia. Con el avance del materialismo en las culturas tecnologizadas, dentro de la llamada era neobarroca[1],  la cuestión ontológica del hombre cobra nuevas dimensiones relacionadas con la incertidumbre. Los poderes económicos marcan sus leyes de deshumanización tratando de relegar o inhibir estas fuerzas en favor de factores de productividad y los poderes religiosos oficiales parecen irreconciliables, en ocasiones, con ciertos aspectos de la legalidad vigente, lo que los hace poco deseables para una masa importante de la población que defiende el laicismo y los derechos individuales.
Sin embargo, el laicismo se enfrenta con un hecho remarcado en la teoría del “choque de las civilizaciones” de Samuel Hutington quien nos plantea un mundo configurado por civilizaciones, la mayor parte de la cuales siguen regidas por una dinámica religiosa. Este tema cobra gran importancia cuando asistimos a choques violentos en diversos puntos del planeta, en los que la identidad religiosa tiene un fuerte peso. Solo el cristianismo se extiende a casi tres mil millones de almas, el islamismo a más de mil millones y medio...
En nuestra civilización, y siguiendo al historiador de arte Hans Sedlmayr, historiador de arte, tantos siglos de cultura religiosa, hacen que el ser humano_que rechazó la idea de Dios en el comienzo de la modernidad para sentirse autónomo[2]_, se sienta descentrado y desorientado frente a sí mismo y su propia identidad trascendente. Para Sedlmayr, este descentramiento da origen a una de las aventuras artísticas más genuinas y originales de la historia del arte universal, la del arte abstracto, o en terminología de Ortega y Gasset, el ultraísmo que recorre la contemporaneidad y deja su impronta en representaciones artísticas de distinto signo quizás movidas por la nostalgia de lo sublime, de un más allá que nos trasciende.
Por otra parte, el cuerpo ya no es uno con la sociedad, el cosmos y la naturaleza como fueran nuestros ancestros, el sujeto se configura de modo intensamente individual con el capitalismo y siente que posee un cuerpo, no se vive a sí mismo como cuerpo. El cuerpo está determinado por concepciones mecanicistas y no holistas.
Este descentramiento, sin embargo, convive con lo que el  historiador Marc Blo Harry Potterch[3] denomina las estructuras sociales de larga duración, aquellas que, proviniendo de un pasado dilatado,  forman parte de nuestro sustrato sociopolítico y condicionan, por tanto, nuestra conciencia social y nuestro propio sentido de la identidad, propiciando así la nostalgia de anteriores concepciones vitales.
Estas pueden ser algunas razones por las que el mercado audiovisual se haya posicionado, desde la industria del ocio, ofreciendo una gama de productos en los que una cuestión central vuelve a ser, con un alto grado de mixtificaciones, la aventura del héroe en relación con las dimensiones trascendentes de la vida, aventura que comenzó, según Pierre Bourdieu, con la Guerra de las Galaxias. Se da en este film, por primera vez, el surgimiento del llamado Héroe lunar o iniciático, aquel que se enfrenta con las fuerzas de su interior para evolucionar espiritualmente. Es superego, pero busca la unión con las fuerzas sociales y sobrenaturales que le hacen insuperable, en un ejercicio que parece de integración entre dos visiones antropológicas del cuerpo, la del estado primitivo de carácter no dual y el postmoderno con carácter de alter-ego. El público ha respondido con cifras multimillonarias de audiencia.
Analizando las superproducciones más demandadas por el gran público encontramos que algunos de los más solicitados filmes de la contemporaneidad (Indiana Jones, El señor de los Anillos, Harry Potter, Tomb Raider-La Cuna de la Vida, The last Airbender...) mantienen contenidos relativos a la antropología del espíritu: religiones, mitos, magia y rituales.
lionel messi photoshop working by thendr d5u0jknPor otra parte, y en un breve análisis comparativo de contexto, vemos que también en los grandes acontecimientos deportivos mundiales, como las olimpiadas, se organizan espectáculos con constantes referencias al mundo supranatural y mitológico. Se presentan personajes y escenas cubiertas de un halo radiante, de un aura que evoca la fuerza del espíritu (Olimpiadas de Barcelona, Grecia, China,...). El fútbol sería la actividad catártica por excelencia, la que congrega a grandes colectivos de seres humanos y los futbolistas se muestran, en ocasiones, como titanes o seres numinosos en funciones épicas que nos redimen, todo lo que se relaciona con ellos se impregna de aura mediática.
También, como exponente de nuestra nostalgia espiritual y dentro del marco publicitario, psicoanalistas como Marion Woodman, defienden que los publicistas se han convertido en una especie de oficiantes de la espiritualidad que rodean de aura cualquier producto de consumo. De este modo los productos anunciados parecen talismanes protectores enchufado económicamente a los circuitos de la tecnología.
No hay que olvidar que tampoco las líneas del arte contemporáneo son ajenas a estos sentimientos y existe un notable desarrollo de producciones que abordan temáticas trascendentes tanto desde las artes escénicas como desde las artes plásticas y electrónicas. Como apunta Piedad Solans, a pesar del compromiso del arte ateo, antropológico y revolucionario del siglo, la mirada conserva unos referentes simbólicos y una  cosmovisión en la que subyace el discurso mítico-religioso de un sublime postmoderno. 
En relación con el cuerpo,  estos blockbuster, nos permiten analizar aspectos de las representaciones artísticas del cuerpo extranatura, con distintos poderes sobrenaturales. Tambien la tecnología anima abierta y magistralmente, representaciones religiosas de otras culturas (Tomb Raider y la cuna de la vida) y nos adentra en la belleza de algunas escenas que parecen inspiradas en movimientos surrealistas o románticos, con magistralidad (El señor de los anillos). Es la magia del cine actual.
Cabe, sin embargo, preguntarse mas a fondo en qué consiste la sublimidad realmente, cuando confrontamos uno de estos filmes, no exentos de atractivos iconográficos y excelencias tecnológicas, con la tensión interna, la emoción y la profundidad que transmiten películas como Juana de Arco del guionista danés Carl Theodor Dreyer. En este film de los años 30, se narra el procesamiento de la heroína francesa Juana de Arco ante la Inquisición. Apenas se dan más efectos especiales que el gran trabajo de cámara y el alto nivel de expresividad de los actores, junto con una iluminación contrastada y un sentido del tiempo que transgrede nuestro psiquismo, sin apenas percibirlo y nos lleva a cuestionar grandes preguntas existenciales, más allá de la afirmación de nuestras propias y habituales convicciones.
Frente a todos estos mecanismos, existe una pregunta de vital importancia que se encarga de responder la ciencia contemporánea: ¿Existe una identidad trascendente constatable científicamente en el ser humano?
La trascendencia en el ser humano se puede cuestionar hoy, desde un punto de vista científico, gracias a las investigaciones neurobiológicas formuladas por eminentes neurobiólogos como Manuel Rodríguez Delgado y Francisco Rubia[4]. La consideran una actividad relacionada con el dinamismo de una zona específica del hipocampo, esta zona muestra mayor actividad en personas realmente religiosas y en los grandes amantes del arte o la vida.
[1] Omar Calabrese. La era neobarroca. ed. Cátedra
[2] Hans Sedlmayr. El arte descentrado. Editorial Labor, Barcelona 1959. Cap. El hombre autónomo
[3] Marc Bloch. Introducción a la Historia. S.L. Fondo de cultura económica de España
[6] Rodríguez Delgado: La felicidad. Temas De Hoy. http://www.arbil.org/110delg.htm y J. Francisco Rubia: La Conexión Cósmica. Editorial Crítica
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